Durante dos jornadas clave, los días 17 y 18 de julio, el Instituto de Refrigeración y Aire Acondicionado ACR se convirtió en el epicentro de un ejercicio inédito de validación técnica: la prueba piloto del Instrumento de Evaluación de Competencia (IEC) para los estándares de instalación y de mantenimiento en sistemas de aire acondicionado con capacidad de hasta 10.55 kW (3 TR). No se trató únicamente de medir habilidades, sino de confrontar el conocimiento con la realidad del trabajo diario, desde la práctica en campo hasta la evaluación en gabinete.
Este proceso, impulsado por un equipo interdisciplinario de expertos y técnicos certificados, permitió poner a prueba el diseño del instrumento, verificar su utilidad para identificar verdaderas competencias, afinar sus contenidos y confirmar su capacidad para evaluar de forma integral el desempeño esperado en cada función técnica. Más allá del papel, el IEC encontró sentido en manos de quienes ejecutan, corrigen, lideran y transforman.
Hacerlo bien desde el inicio: la instalación como garantía
La instalación correcta de un sistema de climatización define su eficiencia, durabilidad y seguridad. Para Pedro Mondragón, director técnico de Grupo Refrigerantes y cabeza del Instituto en Capacitación en Refrigeración y Aire Acondicionado, la ausencia de una base sólida en conocimientos formales ha frenado el crecimiento técnico en el país.
“Muchos frigoristas aprenden en campo, pero sin fundamentos. Este estándar da estructura, combina conocimientos, habilidades y actitudes para formar técnicos completos”, afirmó durante la prueba.
Raúl Gutiérrez, integrante del grupo de expertos, lo puso en perspectiva nacional. “Un técnico certificado no sólo ahorra tiempo y dinero a quien contrata su servicio. También resguarda mercancías, equipos y operaciones. Su trabajo tiene implicaciones directas en la cadena de valor del país. De su eficiencia depende incluso la seguridad alimentaria”, señaló.

Desde la industria de materiales, Aarón Sebastián, coordinador de especificación en Nacobre, destacó cómo estos estándares eliminan malas prácticas heredadas. “Muchos técnicos sabían usar la tubería, pero no el porqué de su selección o del tipo de soldadura. Esta prueba nos dio retroalimentación directa sobre los errores comunes y nos permitió alinear criterios con quienes están en campo”, explicó.
Para los candidatos piloto, el estándar de instalación representó una oportunidad para poner a prueba su experiencia y recibir retroalimentación concreta. Marcos Alexis, ingeniero de campo, habló sin rodeos: “Ser pionero en esta evaluación significa poder demostrar que sé lo que hago y al mismo tiempo ayudar a otros a mejorar”.
Su enfoque práctico resuena con el mensaje que Ángel Jandette compartió tras concluir su evaluación: “Me siento más preparado. Aprendí a usar mejor la herramienta, pero sobre todo a ser más consciente de mi responsabilidad técnica”.
Julio César Capetillo remarcó una dimensión a menudo ignorada: el trato al cliente. “Aquí nos enseñaron a explicar lo que hacemos. Eso también importa. La instalación no termina al conectar un equipo, sino cuando el cliente entiende cómo usarlo y confía en ti como técnico”, expresó.
El mantenimiento como principio de confiabilidad
Si instalar bien es el punto de partida, mantener en condiciones óptimas los sistemas de aire acondicionado asegura su rendimiento y prolonga su vida útil. La actualización del estándar de mantenimiento respondió a las transformaciones del sector: nuevos refrigerantes, herramientas especializadas y equipos cada vez más eficientes.
En palabras de Mayra Lira, directora de Cleanes y del Centro de Actualización en Habilidades HVAC en Monterrey, “esta norma era urgente. Un técnico que desconoce cómo tratar A2L puede arruinar una unidad. Era momento de ajustarla a la realidad actual”.

Desde la óptica de la industria, el mantenimiento dejó de ser sólo una rutina. “Los técnicos que siguen normas oficiales y se certifican elevan el estándar del mercado. La trazabilidad del servicio y el cumplimiento normativo protegen al cliente, pero también fortalecen la reputación del sector”, subrayó Aarón Sebastián.
A su juicio, no se trata únicamente de reparar, sino de prevenir, calcular correctamente, y garantizar el funcionamiento en el largo plazo.
Raúl Gutiérrez reafirmó ese punto. “Hoy, la conservación de alimentos o medicamentos depende de sistemas de refrigeración que deben mantenerse con precisión. La calidad en el mantenimiento es un asunto estratégico para el país”, sentenció. Con ello, resaltó la importancia de invertir en técnicos capaces de asegurar ese control.
Los participantes de la prueba coincidieron en el valor de esta etapa. Norberto Durán, con una trayectoria amplia en el campo, expresó con claridad: “Aquí aprendí a conjugar lo que sé con lo que debo saber. Muchos hacemos las cosas por costumbre, pero no siempre entendemos el porqué. Este estándar nos obliga a pensar y a hacerlo mejor”. Para Ángel Jandette, la experiencia lo empujó a revisar sus hábitos. “Antes creía que sabía todo. Ahora entiendo que hay una forma correcta y que seguirla me protege a mí y a los demás”, dijo con firmeza.
Experiencia compartida, evaluación enriquecida
Aunque los protagonistas fueron los técnicos evaluados, la prueba también ofreció una experiencia transformadora para los expertos y evaluadores. Raúl Gutiérrez lo resumió con precisión: “Escuchar a quien ejecuta te permite corregir lo que creíste saber. Aquí aprendí a colaborar y ajustar el estándar a lo que realmente ocurre en campo”.
Una visión que Pedro Mondragón compartió, al asegurar que las buenas prácticas no conocen fronteras, y que el estándar solo cobra sentido cuando se ajusta a la realidad.

En esa línea, Mayra Lira resaltó el papel de esta evaluación como diagnóstico para los centros de capacitación. “Nos permite ajustar nuestros procesos, capacitar mejor a los nuevos evaluadores y responder a la demanda creciente de técnicos que buscan profesionalizarse”, indicó. Desde Cleanes, ya preparan replicar el modelo en Monterrey con un enfoque práctico y accesible.
La dimensión emocional tampoco pasó desapercibida. Aarón Sebastián definió su experiencia como la de una “esponja”. Agradeció la oportunidad de observar, aprender y aportar desde su especialidad en conducción, mientras estrechaba lazos con quienes instalan y mantienen sistemas cada día.
Certificación técnica HVAC México, hacia una cultura técnica más sólida
El cierre de la jornada no fue simbólico. Representó el reconocimiento a los cuatro técnicos piloto —Marcos Alexis, Norberto Durán, Ángel Jandette y Julio César Capetillo—, quienes con su disposición y pericia contribuyeron a construir una herramienta de evaluación con visión realista, humana y efectiva. También quedó claro que esta experiencia no marca un punto final, sino un inicio: el de una etapa donde la certificación técnica deja de ser un lujo para convertirse en un estándar del oficio.
Para Raúl Gutiérrez, el futuro está claro: “Certificarse no es un gasto, es una inversión. Hoy muchos pagan más por un maquillaje que por asegurar el futuro de su trabajo. Necesitamos cambiar esa mentalidad. Si tenemos técnicos capacitados, el país también gana”.
El profesor Pedro Mondragón fue igual de directo. “Hay estándares por construir en gas, en hidráulica, en aire. Nos toca seguir abriendo camino. México lo necesita”.
Y en palabras de Mayra Lira, el mensaje final fue contundente: “Dale valor a tu experiencia. Si sabes, certifícalo. Eso te abrirá puertas, te dará orgullo y te hará mejor técnico. Cada día”.