Cifras globales indican que los centros de datos utilizan hoy tanta electricidad que podrían abastecer ciudades enteras, y ya generan cerca del 3% de las emisiones de CO₂ del planeta. Con la rápida incorporación de la inteligencia artificial en sectores tan diversos como la educación, la industria o el entretenimiento, para 2030 la demanda energética de estas instalaciones podría duplicarse. Este crecimiento exponencial marca un punto de inflexión para la sostenibilidad de la infraestructura digital.
Los modelos avanzados de IA consumen mucha más energía y generan mucho más calor que las cargas de TI tradicionales. El Foro Económico Mundial advierte que entrenar un sistema de inteligencia artificial puede requerir 33 veces más electricidad que ejecutar un software convencional para la misma tarea, y en el caso de modelos generativos hasta 55 veces más.
En términos de infraestructura, el salto de los procesadores CPU a las GPU ha elevado la densidad térmica por rack de valores típicos de 3 a 5 kW hasta picos de 30 o incluso 50 kW, cambiando por completo la ecuación del enfriamiento en el centro de datos.
Afrontar este desafío va más allá de enfriar el aire del recinto. Los sistemas de climatización deben extraer enormes cantidades de calor en tiempo real, sin fallas, incluso en espacios con alta densidad de equipos y tiempos de respuesta mínimos. De manera paralela, trabajan sin pausa durante todo el año con la máxima eficiencia, se adaptan a condiciones climáticas extremas, cumplen normativas ambientales estrictas y escalan conforme crece la demanda, todo ello sin interrumpir la operación crítica.
Tecnologías avanzadas de refrigeración
El enfriamiento de centros de datos ya no es un tema secundario, sino una infraestructura estratégica que sustenta el crecimiento digital. Las organizaciones que lideran el desarrollo de IA lo saben: compiten no solo en algoritmos, sino también en infraestructura térmica, pues la capacidad de mantener fríos sus sistemas se ha vuelto una ventaja competitiva.
Bajo este contexto, la innovación en tecnologías de refrigeración de precisión juega un papel central: las soluciones actuales deben garantizar estabilidad térmica bajo cargas de cómputo extremas y, a la vez, alinearse con las metas globales de descarbonización.

Una de las soluciones más avanzadas es la refrigeración líquida directa al chip (D2C). Este enfoque permite enfriar de forma focalizada los componentes del servidor que más calor generan (CPU y GPU) mediante un líquido refrigerante que circula por tuberías internas hasta el interior de cada equipo. El calor se transfiere a intercambiadores colocados directamente sobre los chips, logrando un rendimiento térmico muy superior al de aire y sin necesidad de rediseñar por completo la arquitectura del centro de datos.
Por su parte, la refrigeración por inmersión consiste en sumergir servidores completos en líquidos dieléctricos especiales, capaces de absorber el calor sin riesgo eléctrico. Este método logra una disipación uniforme y elimina la necesidad de ventiladores, lo que reduce el ruido y prolonga la vida útil de los componentes.
Si bien requiere adecuaciones específicas en la infraestructura y un mantenimiento más delicado, esta técnica es ideal para manejar cargas térmicas extremas con gran eficiencia; además, permite aumentar la densidad de computación sin riesgo de sobrecalentamiento.
Una solución térmica para cada caso
A estas innovaciones se suman técnicas complementarias de enfriamiento, como el free cooling y los sistemas adiabáticos. El free cooling aprovecha el aire exterior frío para refrigerar los equipos cuando las condiciones exteriores lo permiten, mientras que la refrigeración adiabática utiliza la evaporación del agua para mejorar el intercambio térmico.
Según el clima local, la altitud y la disponibilidad hídrica, los operadores combinan estas estrategias con métodos tradicionales para lograr la mayor eficiencia posible. Cada grado de temperatura que no hay que enfriar se traduce en un ahorro tangible de energía y en una reducción de los costos operativos.
Estas tecnologías avanzadas de enfriamiento apuntan a entornos de misión crítica —telecomunicaciones, finanzas, farmacéutica, academia— donde la fiabilidad es innegociable. En un futuro donde el calor será un subproducto inevitable del auge de la IA, cada innovación en refrigeración representa un paso decisivo hacia una infraestructura digital que pueda aumentar su potencia de cómputo sin sacrificar al planeta.
Eficiencia energética y sostenibilidad
La infraestructura digital global enfrenta un dilema urgente: crecer sin escalar su impacto ambiental. Los centros de datos consumen ingentes cantidades de electricidad, y una fracción considerable de ese consumo se destina a climatización. Ante esta realidad, la electrificación, la automatización y la eficiencia energética se han convertido en ejes clave para lograr operaciones más limpias, resilientes y alineadas con los compromisos climáticos internacionales.
Un indicador fundamental para medir la eficiencia en centros de datos es el PUE (Power Usage Effectiveness), que relaciona la energía total consumida por la instalación con la utilizada exclusivamente en los equipos de TI. En un mundo ideal, el PUE sería 1.0 —toda la energía dedicada al cómputo—, pero en la mayoría de las instalaciones tradicionales oscila entre 1.5 y dos.
Esto implica que entre un 33 y 50 por ciento de la electricidad alimenta funciones auxiliares como refrigeración, iluminación o distribución de energía. Reducir este índice requiere optimizar cada componente del sistema, empezando por el enfriamiento. De hecho, algunos centros de datos de vanguardia ya logran PUE por debajo de 1.2 gracias a sistemas HVAC inteligentes que ajustan dinámicamente su operación según la carga térmica, la hora del día e incluso se adelantan a las variaciones de la temperatura exterior.

Alrededor del 40 por ciento de la electricidad consumida en un centro de datos típico se destina a enfriar sus sistemas. Esta cifra refleja la magnitud del desafío, pero también una oportunidad clara: cada mejora en climatización puede traducirse en una huella de carbono significativamente menor. De hecho, la Agencia Internacional de Energía (IEA) calcula que la adopción acelerada de tecnologías HVAC inteligentes podría evitar hasta 500 millones de toneladas de CO₂ para 2030, un recorte equivalente a eliminar todas las emisiones del parque automotor actual en Europa.
Refrigeración inteligente
Los sistemas HVAC de última generación incorporan sensores distribuidos, control en tiempo real y análisis predictivo, lo que les permite ajustar la refrigeración de manera dinámica según la carga de trabajo, la temperatura exterior o las condiciones internas. Esta capacidad de respuesta inmediata optimiza el uso de energía a la vez que reduce el riesgo de fallos, alarga la vida útil del equipamiento y fortalece la resiliencia operativa de instalaciones críticas.
Entre las estrategias tecnológicas para una climatización sustentable destacan la electrificación mediante bombas de calor de alto rendimiento o chillers eléctricos; la automatización inteligente basada en datos; el uso de equipos con mayor Coeficiente de Desempeño (COP); el mantenimiento predictivo apoyado en plataformas conectadas; y la alimentación con fuentes renovables (solar, eólica). Cada una de estas medidas contribuye directamente a reducir las emisiones y mejorar el desempeño energético global.
La transición hacia centros de datos de menor impacto ambiental ya no es opcional. Organismos internacionales y gobiernos imponen metas estrictas para la industria en esta década. Por ejemplo, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) exige al sector TIC reducir un 44 por ciento sus emisiones entre 2020 y 2030, en línea con el Acuerdo de París.
A la vez, la Unión Europea prepara normativas que obligarán a los data centers a demostrar operaciones sostenibles y reportar su consumo energético, mientras que en Norteamérica algunas jurisdicciones ofrecen incentivos fiscales para las instalaciones más eficientes y penalizan el despilfarro de energía.
Frente a estas presiones regulatorias, los fabricantes de equipos HVAC están adoptando tecnologías más ecológicas: refrigerantes de bajo Potencial de Calentamiento Global (GWP), motores y compresores de alta eficiencia, controles automatizados inteligentes y diseños modulares escalables.
En paralelo, muchos operadores de centros de datos buscan certificaciones ambientales (LEED, EDGE) y se alinean con estándares especializados como la norma ASHRAE 90.4 o las guías térmicas del comité técnico 9.9, motivados tanto por las exigencias de sus clientes, como por beneficios financieros y reputacionales.
Refrigeración inteligente: innovación aplicada y visión a largo plazo
Alrededor del mundo ya existen centros de datos que combinan potencia de cómputo con sostenibilidad térmica, lo que marca el camino a seguir para la industria. Un ejemplo emblemático es el campus de Meta en Odense, Dinamarca, que integra free cooling —aprovecha el clima frío durante más de 300 días al año— junto con un sistema de recuperación de calor que transfiere el excedente térmico a la red de calefacción urbana.Así, este centro no solo enfría sus servidores, sino que también ayuda a calentar hogares en la comunidad.
Otro caso pionero es la sede de Google en Bélgica, donde la empresa implementó un método de enfriamiento que utiliza el agua de lluvia recolectada. Ese centro opera con contención de pasillos y refrigeración líquida parcial, logrando un PUE promedio de 1.12 incluso bajo condiciones ambientales antes consideradas poco propicias para la eficiencia.

En Japón, el centro de datos de Fujitsu en Tatebayashi apostó por la inmersión total de sus servidores en líquido dieléctrico, estrategia con la que logró reducir en más de 40% la energía destinada a refrigeración. Además, consiguió aumentar la densidad de computación sin riesgo de sobrecalentamiento y mantuvo un crecimiento sostenido sin necesidad de rediseñar la arquitectura física del sitio.
Ejemplos locales
Dentro de América Latina destaca Scala Data Centers —con operaciones en Brasil, Chile y Colombia—, que emplea energía 100% renovable e incorpora enfriadores centrífugos de alta eficiencia junto a un monitoreo inteligente en tiempo real. Estos centros alcanzaron la certificación LEED Gold y cumplen con los estándares más exigentes de ASHRAE en desempeño térmico.
Cada uno de estos casos demuestra que el desafío de enfriar en la era de la IA no es insalvable. Con buen diseño, inversión y talento técnico, es posible construir infraestructuras térmicas que no solo mantienen fríos a los sistemas con alta eficiencia, sino que también aportan valor social, ambiental y económico.
México: oportunidad para liderar con eficiencia térmica
En el contexto latinoamericano, México se posiciona como un actor estratégico para el desarrollo de infraestructura digital con enfoque sustentable. Con más de 170 centros de datos activos, según datos de Statista, el país vive un momento clave para transformar su ecosistema tecnológico en uno que combine crecimiento con eficiencia energética. La expansión del uso de inteligencia artificial, impulsada por inversiones públicas y privadas, obliga a repensar desde la raíz el diseño térmico de estos espacios.
La oportunidad está en implementar tecnologías de enfriamiento inteligentes desde la etapa de planeación, antes de que los modelos tradicionales, ineficientes y costosos, se multipliquen. A diferencia de otras regiones donde la infraestructura heredada limita la adopción de tecnologías más limpias, en México existe aún un margen considerable para construir con visión a futuro: chillers eléctricos de alto desempeño, sistemas de contención de pasillos, refrigeración líquida directa y sensores conectados a plataformas de análisis predictivo pueden incorporarse desde el arranque.
Una carrera global
El posicionamiento geográfico del país, con una amplia variedad de climas y altitudes, exige soluciones térmicas flexibles y adaptables. No todas las tecnologías aplicables en el norte del país —donde predominan condiciones áridas— son eficientes en el sureste tropical. Esta diversidad, sin embargo, también representa una ventaja competitiva: permite convertir a México en un laboratorio vivo de estrategias de refrigeración para distintas condiciones climáticas, algo valioso en un mundo donde los centros de datos se expanden más allá del hemisferio norte.
Además, el país cuenta con una comunidad técnica sólida. Ingenieros, diseñadores y especialistas en HVAC ya participan en proyectos internacionales, colaboran con asociaciones como ASHRAE, y forman parte de iniciativas de normatividad que buscan homologar las prácticas locales con los estándares más avanzados del mundo. La integración de talento local con soluciones tecnológicas innovadoras puede convertir a México en un hub regional de eficiencia térmica en data centers.

AI con sabor local
Por otra parte, las exigencias globales en sostenibilidad ya alcanzan a los proyectos que se desarrollan dentro del territorio nacional. Empresas extranjeras que invierten en centros de datos mexicanos exigen cumplimiento con estándares LEED, certificaciones ASHRAE, sistemas de refrigeración de bajo GWP y planes de reducción de emisiones. Esto obliga a acelerar la adopción de tecnologías HVAC inteligentes no solo como una buena práctica, sino como un requisito competitivo.
Y México no parte desde cero. Ya existen experiencias relevantes en centros de datos de última generación que operan con energía 100 por ciento renovable, utilizan enfriadores centrífugos de alto rendimiento y gestionan sus cargas térmicas con inteligencia artificial. Estos proyectos, aunque aún minoritarios, demuestran que es viable construir una infraestructura digital potente y sustentable en el país.
En la carrera por habilitar la inteligencia artificial sin comprometer al planeta, México tiene una ventaja: puede saltarse etapas, evitar errores del pasado y construir desde el inicio con eficiencia térmica. Cada nuevo centro de datos que se electrifica, cada sistema HVAC que se automatiza, y cada ingeniero capacitado en refrigeración avanzada, fortalece la posibilidad de que el país se convierta no solo en usuario, sino en líder del futuro digital sustentable.
Desafíos térmicos en la era de la IA
Esta transformación ha redefinido el perfil del ingeniero de climatización. Hoy, quienes diseñan y operan sistemas de enfriamiento en centros de datos deben dominar no solo la termodinámica, sino también la gestión de TI, la ciberseguridad, la administración de energía, la automatización y las normativas ambientales. En muchas organizaciones, el ingeniero de HVAC ha dejado de ser un técnico de soporte para convertirse en un actor estratégico que participa desde la planificación inicial del proyecto, define la viabilidad de la expansión futura y garantiza la continuidad operativa.
La transformación ha sido tan profunda que universidades de América, Europa y Asia ya ofrecen posgrados especializados en refrigeración de infraestructura digital. Asimismo, asociaciones profesionales como ASHRAE han actualizado sus estándares —por ejemplo, la guía térmica del comité técnico 9.9 y la norma 90.4— para atender las demandas de los centros de datos enfocados en IA.
A fin de cuentas, mientras la atención pública se centra en lo que la IA puede hacer —en sus riesgos o en sus promesas—, el verdadero límite de su expansión está en algo tan físico como la temperatura. Si los sistemas de enfriamiento fallan, todo se detiene: los servidores se sobrecalientan, los algoritmos dejan de entrenarse, los datos se pierden, la energía se desperdicia y la inteligencia artificial colapsa.
La revolución digital tiene un corazón de silicio y un sistema nervioso de datos, pero su equilibrio depende de un circuito invisible de refrigeración compuesto por aire frío, líquidos refrigerantes, compresores e intercambiadores de calor que mantienen la temperatura bajo control. En el siglo XXI, refrigerar no es solo una tarea técnica: es la condición indispensable para que la inteligencia artificial prospere.