En un contexto donde la sostenibilidad se ha convertido en un eje estratégico para la industria, las Etiquetas Ecológicas de tipo III —también conocidas como Declaraciones Ambientales de Producto (EPD, por sus siglas en inglés)— emergen como herramientas esenciales para evaluar el impacto ambiental de productos eléctricos, electrónicos y HVAC a lo largo de su ciclo de vida. A diferencia de las etiquetas tipo II, las EPD están verificadas por terceros, lo que garantiza la transparencia y confiabilidad de los datos. En sectores como el eléctrico y HVAC, estas declaraciones se conocen como PEP (Product Environmental Profile), y son fundamentales para comparar productos de distintos fabricantes bajo criterios ambientales objetivos.

Un PEP incluye información detallada sobre el producto, su función, materiales (incluido el embalaje), y el impacto ambiental en cada fase del ciclo de vida: fabricación, distribución, instalación, uso y fin de vida. Un indicador clave es la contribución al calentamiento global, que permite identificar qué productos generan menos emisiones de CO₂.
Sin embargo, comparar PEP requiere considerar ciertos matices. Por ejemplo, los estándares permiten un margen de error del ±5%, por lo que diferencias menores al 10% entre productos pueden considerarse equivalentes. Además, factores como el origen del factor de emisión eléctrica (que varía entre países) pueden alterar significativamente los resultados.
Más allá de los datos cuantitativos, aspectos como la durabilidad, la posibilidad de reparación y la reciclabilidad también influyen en la sostenibilidad. Un producto modular, fácil de reparar y con componentes reutilizables reduce la necesidad de reemplazo frecuente, disminuyendo así su huella ambiental.
Schneider Electric, a través de su plataforma de soluciones HVAC, promueve el uso de tecnologías eficientes y sostenibles, respaldadas por EPD verificadas. Su enfoque integral permite a los clientes tomar decisiones informadas, alineadas con objetivos de eficiencia energética y reducción de emisiones. En definitiva, las etiquetas ecológicas tipo III no solo son una herramienta técnica, sino una guía estratégica para avanzar hacia una industria más responsable y comprometida con el medio ambiente.