En ciudades donde el verano roza los 40 °C, como Hermosillo, Monterrey o Villahermosa, el aire acondicionado ya no es un lujo: es una herramienta de supervivencia. Sin embargo, este alivio térmico puede implicar un aumento de hasta 36 % en el recibo de luz, según estimaciones recientes publicadas en The Journal of Environmental Economics and Management. Para muchas familias, esto representa una carga económica que se suma al calor extremo.
Pero el confort no tiene por qué ser sinónimo de derroche. Con decisiones informadas, mantenimiento adecuado y tecnologías modernas, es posible mantener el hogar fresco sin comprometer el presupuesto.
Eficiencia desde el primer grado
Uno de los errores más comunes es confiar ciegamente en que el sistema de climatización siempre está funcionando correctamente. Nada más lejos de la realidad: equipos con filtros obstruidos, fugas no detectadas o una configuración inadecuada suelen trabajar de más, consumiendo más energía y acortando su vida útil.
“El problema es que muchos equipos trabajan más de lo necesario, simplemente por falta de mantenimiento, una mala configuración o porque ya están obsoletos, lo que aumenta el riesgo de fallas y dispara el consumo de energía”, señala Enrique Tello, director general de Trane México. Por eso, adoptar buenas prácticas y aprovechar tecnologías más eficientes es una necesidad para mejorar la eficiencia, controlar el gasto energético y disfrutar del verano sin sobresaltos.
La buena noticia es que no todo pasa por reemplazar el equipo. Un ajuste oportuno y algunos cuidados básicos bastan para recuperar gran parte de su rendimiento original.
Siete decisiones inteligentes para enfriar sin excesos
Reducir el consumo energético no implica privarse del confort. Existen acciones simples y eficaces que cualquier familia puede aplicar desde hoy:
- Limpieza frecuente de filtros. El polvo acumulado bloquea el flujo de aire y obliga al sistema a trabajar con mayor intensidad. Revisar y limpiar los filtros cada mes mejora el rendimiento y la calidad del ambiente.
- Termostato con criterio. Fijar la temperatura en 18 °C suele parecer la solución inmediata, pero cada grado por debajo de los 24 °C representa un consumo extra de entre 6 y 8 %. Mantenerlo entre 24 °C y 26 °C garantiza eficiencia sin perder frescura.
- Bloqueo del calor exterior. Cerrar cortinas o persianas en las horas más calurosas impide la entrada directa de radiación solar. Al caer la noche, ventilar naturalmente puede ser una alternativa válida si el clima lo permite.
- Espacios herméticos. Sellar rendijas en puertas y ventanas evita que el aire frío se escape y que el calor entre. Un aislamiento adecuado disminuye la carga térmica sin intervención del equipo.
- Unidad exterior despejada. Basura, ramas o acumulación de tierra reducen la ventilación del condensador. Mantener limpio este componente externo asegura una operación más eficiente.
- Revisión de la antigüedad del equipo. Sistemas con más de una década de uso suelen ser poco eficientes. Cambiar a uno nuevo con etiqueta de alta eficiencia (SEER alto o categoría A) puede significar hasta un 40 % de ahorro energético.
- Control digital y automatizado. Termostatos inteligentes y sensores permiten programar horarios, detectar presencia y ajustar la temperatura sin intervención manual. Estos dispositivos evitan desperdicios y optimizan el consumo diario.
El verano mexicano frente al desafío eléctrico
En regiones del país donde el calor no da tregua, la refrigeración puede representar más del 50 % del gasto eléctrico doméstico durante la temporada. Esta realidad obliga a repensar el uso del aire acondicionado más allá del confort inmediato.
Las temperaturas en ascenso han modificado incluso los patrones de consumo en estados donde antes no era indispensable contar con un sistema de climatización. Hoy, la demanda crece, y con ella, la necesidad de hábitos más responsables.

Algunas entidades ya promueven programas de eficiencia energética, ofrecen subsidios o incentivos para sustituir equipos obsoletos y han puesto en marcha campañas educativas que enseñan a identificar mejoras sin invertir grandes sumas.
Tener un hogar agradable durante los meses más intensos del año no debe implicar un golpe al bolsillo. La clave está en adoptar una cultura de uso racional, donde la tecnología y la prevención trabajan de la mano.
Modernizar no siempre significa comprar el modelo más reciente. Implica entender cómo opera el sistema, conocer sus limitaciones y ajustar su uso a las condiciones reales del entorno.
El confort y la eficiencia no se excluyen. Con pequeños cambios, un hogar puede convertirse en un espacio fresco, sustentable y preparado para enfrentar los desafíos de un clima cada vez más extremo.