Por: Lic. Pedro Zuñiga
El sector HVAC&R se ha transformado a pasos agigantados. Las nuevas tecnologías, la digitalización de procesos, la eficiencia energética y los objetivos de sostenibilidad marcan la pauta de la industria en todo el mundo. Pero detrás de cada innovación, de cada equipo más eficiente o sistema más complejo, hay una base que sostiene todo: la normatividad y las regulaciones.
Normalmente se piensa en las normas como documentos técnicos complejos o como requisitos que deben cumplirse para evitar sanciones. Pero en realidad, las normas son el lenguaje común que conecta a todos los actores del sector: fabricantes, ingenieros, instaladores, autoridades gubernamentales, clientes etc. Pero realmente son un marco que permite garantizar la seguridad, la calidad, la eficiencia energética y el bienestar de las personas.
En mi experiencia como profesional enfocado en la comunicación técnica y digital dentro del ámbito HVAC&R, he podido constatar que una gran parte del impacto de las normas depende de qué tan bien se comunican. Porque no basta con que existan hay que entenderlas, aplicarlas y sobre todo, difundirlas.
Desde el Comité de Comunicaciones del Capítulo Monterrey de ASHRAE, del cual formo parte desde hace varios años, hemos tenido el reto de traducir información técnica a contenidos claros, atractivos y comprensibles para una comunidad cada vez más diversa: ingenieros jóvenes, estudiantes, profesionales de otras áreas, usuarios finales y hasta tomadores de decisiones que necesitan argumentos sólidos para respaldar una inversión.
La normatividad también comunica. Comunica estándares de calidad, compromisos con la eficiencia energética, responsabilidad con el medio ambiente, y sobre todo, una visión ética del trabajo técnico. Cada norma es una historia que contar, una herramienta para educar y una oportunidad para generar conciencia.
Lamentablemente, el usuario final suele estar desinformado o mal informado. En muchas ocasiones, se toman decisiones basadas en precios bajos o promesas de corto plazo sin entender los riesgos asociados a un sistema mal diseñado o mal instalado. Esto es consecuencia, en parte, de una brecha de comunicación: una brecha entre lo que nosotros, como especialistas, sabemos, y lo que logramos transmitir al resto de la sociedad.
Por eso, creo firmemente que el impacto real de la normatividad se multiplica cuando va acompañado de una estrategia de comunicación efectiva. No se trata de publicar boletines llenos de tecnicismos o documentos que abecés son difíciles de leer. Se trata de aprovechar todas las herramientas disponibles: infografías, videos, podcasts, redes sociales, testimonios, talleres y capacitaciones. Se trata de crear una cultura de cumplimiento que no solo vea a la normatividad como una obligación, sino como un activo.
Un ejemplo claro de esta evolución es la forma en que accedemos a la información técnica. Los handbooks y estándares de ASHRAE, que por décadas recibimos en formato físico, hoy están disponibles de manera digital. Este cambio no solo representa una adaptación tecnológica, sino una transformación en la manera de consultar, compartir y aplicar la normatividad.
Contar con estos recursos en línea facilita el acceso inmediato a información actualizada y convierte a los profesionales en actores más ágiles, mejor informados y capaces de tomar decisiones más fundamentadas. Sin duda, los handbooks y estándares de ASHRAE siguen siendo referentes clave a nivel mundial, y su digitalización es muestra de que la normatividad también avanza al ritmo del mundo moderno.
Hoy, más que nunca, quienes formamos parte del ecosistema HVAC&R tenemos una responsabilidad doble: cumplir con la normatividad, sí, pero también ser embajadores de ella. Educar a nuestros equipos, a nuestros clientes, a nuestros proveedores. Promover la capacitación constante. Fomentar el diálogo entre disciplinas. Conectar la técnica con la empatía.
La normatividad también tiene un papel fundamental en la formación de nuevas generaciones. Desde ASHRAE hemos apostado por eventos como los YEA (Young Engineers in ASHRAE), que buscan integrar a los jóvenes a través de actividades técnicas y de liderazgo. Pero no basta con atraer talento: hay que formarlo en una cultura normativa sólida, ética y sostenible. Y eso se logra con comunicación clara, cercana y constante.
A largo plazo, una industria que comunica bien sus normas es una industria más fuerte, más respetada y más preparada para los desafíos del futuro. Porque detrás de cada regulación hay una intención de mejora. Y detrás de cada profesional comprometido, hay una voz que puede transformar la manera en que entendemos el valor de lo que hacemos.
Como comunicador, como integrante del sector y como apasionado del HVAC&R, creo que el verdadero impacto de la normatividad radica en su capacidad de trascender lo técnico y convertirse en cultura. Una cultura que protege, que educa, que construye confianza.
En una era donde todo cambia tan rápido, donde los datos nos saturan y las decisiones se toman en segundos, comunicar bien las normas es más importante que nunca. Porque si no comunicamos bien, no avanzamos bien. Y si no avanzamos juntos, no transformamos.
Concluyo esta participación con una frase que alguien cercano a mí me compartió y que, en lo personal, siento que conecta profundamente con el tema central de esta edición.
Una frase que me recuerda que siempre debemos evolucionar, adaptarnos y avanzar junto con la tecnología y el conocimiento: “Sigamos creciendo fuertes hacia el futuro.”

Sobre el autor:
Licenciado en Administración de Empresas Turísticas y Organización de Eventos. Miembro activo del Capítulo Monterrey de ASHRAE desde 2018, con ocho años de participación dentro de su mesa directiva. Actualmente se desempeña como líder del Comité de Comunicaciones, y es host del podcast “Las Voces del HVAC”. Ganador del Chapter Communications Award 2025, otorgado por la Región VIII de ASHRAE.