En los sistemas hidrónicos de un edificio es habitual que se presente el síndrome bajo Delta T, pero que sea común no significa que nos deba causar problemas. Combátelo con estas recomendaciones y cumple con las necesidades de confort y ahorro energético
Sergio Ramírez / Fotografías: cortesía de Victaulic
Detrás de la ingeniería, diseño y desarrollo de los sistemas HVAC existen dos objetivos claros: brindar confort para que una persona disfrute de una habitación con una temperatura óptima para su desempeño, y segundo, cumplir con dicho objetivo reduciendo el costo energético.
El síndrome de bajo Delta T es muy común en edificaciones industriales, comerciales o de cualquier otro tipo. Su presencia deriva en altos costos energéticos y el desbalance en la temperatura en las salas o habitaciones de un edifico. Si quieres que los ocupantes se sientan cómodos, es importante que sepas monitorear y controlar los sistemas de climatización para garantizar el “diferencial de diseño”.
Este síndrome sucede en los sistemas hidrónicos cuando la diferencia de temperatura de entrada y salida es diferente a la diferencia que se tiene en un diseño, en otras palabras, se considera como el desperdicio generado cuando el delta de temperatura de agua helada está por debajo de las condiciones de diseño.
Los 4 factores desencadenantes del bajo Delta T
Para ejemplificar mejor cuáles son esos factores trabajaremos con un caso hipotético. Supongamos que en el diseño inicial de un sistema se espera una temperatura de 13 °C (55°F) y se están recibiendo 11 °C (52 °F) o 12 °C (54 °F). Esto es una indicación de que se tiene un problema de bajo Delta T, el cual puede ser ocasionado por cuatro factores:
Sistema de tres vías
En este tipo de sistema todos los serpentines cuentan con un bypass que desvía el medio (agua helada o caliente) que no se necesita para una transferencia de calor. Por ello, el chiller o todo el sistema está produciendo el 100 por ciento de la totalidad de la demanda de un edificio, aunque esta demanda no sea íntegramente consumida. El gran problema de contar con un sistema de tres vías es que se producirá energía excesiva sin saber si ésta realmente se necesitará.
Temperatura del aire
El bajo delta T también ocurre cuando se quiere bajar la temperatura del suministro de aire. Por ejemplo, si la descarga de aire es de 13 °C (55 °F), que es típicamente la temperatura de diseño necesaria para que se pueda tener una sensación térmica de 21 °C (70 °F) en una habitación, que, a su vez, es la temperatura de confort. Si la temperatura del aire de la descarga disminuye más de lo necesario, el chiller estará recibiendo agua más fría de lo que debería.
Aumento de la temperatura a la salida del chiller
Esto quiere decir que, si el chiller está diseñado, por ejemplo, para descargar agua a 7 °C (45 °F), pero se sube a 8 °C (47 °F) o a 10 °C (50 °F), es una muestra clara de que la Delta T se está afectando. Si esto ocurre, se estará recibiendo una temperatura de entrada de 13 °C (55°) descargada por el chiller, cuando en el diseño original refiere que tendría que salir a 7 °C (45°).
Ausencia de balanceo hidrónico
Sin un balanceo hidrónico adecuado o una distribución correcta del agua, ésta se concentrará en los equipos más cercanos al bombeo, generando un aumento en la velocidad del agua. Esto no permitirá un intercambio correcto y se observará un retorno del líquido más frío de lo que debería.
En los sistemas de HVAC lo ideal es respetar en todo momento el diferencial de diseño. Entre más grande es la Delta T más beneficios se tienen en el sistema. Para lograrlo se pueden contar con válvulas de balanceo y control. Estos dispositivos ayudan a tener el sistema HVAC perfectamente balanceado; por lo tanto, los flujos del sistema se distribuyen correctamente y se garantizan los intercambios de calor correctos entre agua y aire. Asimismo, logra que la salida de agua en los equipos siempre sea con el retorno y la temperatura idónea para que llegue al chiller.
Aunque nuestro proyecto cuente con la mejor tecnología, es decir, el chiller y las bombas más eficientes, si la operación no es como la estipulada en el diseño, esos elementos no garantizarán las ganancias y eficiencias energéticas que se prometen en un inicio. Para lograrlo, es importante contar con un aliado estratégico que entienda los sistemas, que cuente con el know how y los recursos para ayudar a los clientes desde la fase de diseño. Victaulic funge en este sentido como el consultor y asesor que acompaña desde la fase inicial hasta la operación.
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Sergio Ramírez
Especialista en balanceo hidrónico para Victaulic. Cuenta con más de cinco años de experiencia en la compañía. Destaca en actividades como soporte y asesoría para las soluciones de Victaulic, así como en análisis comparativos de costos, tiempos y energía, logística y coordinación de material.