Este año en el Día Mundial de la Refrigeración debemos partir de dos premisas que lo enmarcan: 1) la implementación de la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal, por medio de la cual se debe controlar y reducir el consumo de HFC conforme a calendarios ya establecidos; 2) los severos estragos causados por la pandemia de la covid-19 en la salud y en la economía de los países.
La combinación de ambos factores nos lleva a una disyuntiva: permanecer en una zona segura esperando que esta situación crítica pase para tener entonces claridad sobre hacia dónde avanzar en términos tecnológicos y, por lo tanto, de inversión –mientras tanto habremos de ajustarnos a lo que está disponible en los mercados–, o bien, tomar riesgos y reinventar el sector HVACR de tal forma que se implemente de manera ambiciosa la Enmienda de Kigali, al tiempo que se recupera la actividad económica de forma acelerada en esta industria.
La primera opción, mantenerse en zona de confort es, paradójicamente, la medida más riesgosa porque son los factores externos los que influirán en la toma de decisiones. Los usuarios tendrán que ajustarse a la tecnología que llegue en su momento, lo que implicará actuar de manera espontánea en la adopción de alternativas y políticas para cumplir con la Enmienda sin asegurar significativamente el papel de motor de la recuperación económica que puede tener en el negocio de la refrigeración, especialmente en la parte de servicios.
La segunda opción, reinventar de manera ambiciosa al mercado para que se adopten medidas que vayan más allá del simple cambio tecnológico, tampoco es sencilla. El riesgo es alto porque se puede caer en errores que resulten más costosos y obliguen a un retroceso. Ya sea por falta de claridad en las especificaciones de las nuevas tecnologías, o bien, por economizar, los eventuales casos de éxito podrían convertirse en casos de rotundo fracaso. Aunado a esto, la falta de planeación lleva a improvisar en materia de servicios de apoyo, lo cual hoy en día es parte medular para afianzar los cambios tecnológicos.
Una conversión ambiciosa no sólo debe incluir las medidas tecnológicas que deben adoptarse, considerando costos y cadena de suministros; también, y de manera primordial, debe tener una base de profesionales técnicos certificados que acompañen el proceso de conversión desde el diseño, instalación y mantenimiento de los nuevos sistemas que, dicho sea de paso, deben cumplir con requerimientos de eficiencia energética, seguridad y normas de sanidad.
La adopción de nuevas tecnologías, que implica su diseño y manufactura, así como la instalación y servicio de éstas, significa el impulso de la actividad económica. En el trabajo de ingeniería se incluye la mejora de las líneas de producción, del proceso de comercialización, así como el diseño, instalación y servicio de nuevos sistemas que requieren de profesionales técnicos cualitativamente diferentes a los que hoy existen en el mercado laboral. En ese sentido, uno de los grandes aportes para salir de la situación económica actual es el impulso en la certificación de técnicos en los diferentes niveles, ya que cada sistema y cada tecnología alterna requiere de capacidades y nivel de conocimientos distintos.
En conclusión, la estrategia para cumplir con los desafíos de la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal, tomándola como palanca para salir de manera acelerada de la larga recesión en la que nos ha sumido la pandemia de la covid-19, es promover la adopción de tecnologías de bajo potencial de calentamiento global, eficientes energéticamente, seguras para el usuario y que cumplan con normas sanitarias. Pero no sólo eso, se debe impulsar una base de técnicos profesionales certificados para el manejo seguro de las nuevas tecnologías, ya que cada una tiene una particularidad diferente. Ésa es la verdadera “nueva” normalidad que nos trajo la Enmienda de Kigali y ésa sería la mejor forma de festejar el Día Mundial de la Refrigeración.